La tradición, la leyenda de Mureda
Fruto de la Pragmática de los Reyes Católicos del año 1502, por la que se expulsaba a los moriscos, descendientes de la población de religión musulmana convertida al cristianismo, una princesa todavía niña, hija de un acaudalado mercader que a la postre sería nombrado gobernador por el Califa, permaneció en la zona, oculta pero protegida por un Caballero, tras morir sus padres en las duras batallas que se libraban contra las tropas cristianas de la Orden.
La belleza y la personalidad de aquella princesa-mora, originó que el lugar fuera conocido por la “casa de la mora”, derivando a “casa de la Mureda”, por lo que hoy se conoce por Mureda.
En un entorno paisajístico excepcional, la casa Mureda reúne todas las características del arte Mudejar o morisco, que se desarrolla en los reinos cristianos de la Península Ibérica, pero que incorpora influencias, elementos o materiales de estilo hispano-musulmán.
Es un fenómeno exclusivamente hispánico que tiene lugar entre los siglos XII y XVI, como fusión de las corrientes artísticas cristianas (románicas, góticas y renacentistas), y musulmanas de la época. Surge un nuevo tipo de material, el ladrillo, así como una figura clave, el albañil, “el alarife” que utiliza el mencionado ladrillo, yeso, escayola, madera,…
La casa, que data del siglo XV, fue construida originariamente de piedra y barro con paredes de un metro de grosor y artesonados mudéjares de “troncos de sabina”, madera característica del paisaje continental.